Estrés y resiliencia
Los sucesos estresantes son parte de la niñez, la mayoría aprende a afrontarlos. Sin embargo, el estrés puede conducir a problemas psicológicos.
Tensiones en la vida moderna
El psicólogo infantil Devid Elkind, advierte que las presiones de la vida moderna están forzando a los niños a crecer demasiado pronto. Se les expone muchos problemas adultos por medio de la televisión o en la vida real antes de que dominen los problemas de la niñez. El ritmo de vida que está programado de manera tan inflexible también puede ser estresante. Sin embargo, los niños no son adultos pequeños. Sienten y piensan como niños y necesitan los años de la infancia para lograr un desarrollo sano.
Los hallazgos sobre los temores de los niños se han corroborado en un amplio rango de sociedades desarrolladas y en desarrollo, incluyendo Australia, China, Reino Unido, Israel, Italia, Nigeria e Irlanda del Norte, además de Estados Unidos. Los niños pobres, que quizá consideren amenazante a su ambiente, son más temerosos que los niños de nivel socioeconómico más alto. Los niños que crecen rodeados constantemente por la violencia a menudo tienen problemas para concentrarse y para dormir. Algunos se vuelven agresivos y algunos llegan a considerar a la crueldad como algo normal. Muchos no se permiten desarrollar un apego hacia otras personas por temor a sufrir más daño y pérdida.
Las respuestas de los niños hacia un evento traumático se presentan en dos etapas: la primera se caracteriza por temor, incredulidad, negación, duelo y alivio si sus seres queridos no sufrieron daños; la segunda, varios días o semanas después, consiste en regresión en el desarrollo y señales de angustia emocional (como ansiedad, temor, retraimiento, trastornos del sueño, pesimismo acerca del futuro o juego relacionado con temas del suceso). Si los síntomas duran más de una semana, el niño debería recibir orientación psicológica.
Niño resiliente
Los niños resilientes son aquellos que superan las circunstancias que podrían dañar gravemente a otros, que mantienen la compostura y competencia bajo los desafíos o amenaza, y que se recuperan con rapidez de los sucesos traumáticos. Estos niños no poseen cualidades extraordinarias. Simplemente se las arreglan, a pesar de las circunstancias adversas, para afianzarse a los sistemas y recursos básicos que promueven el desarrollo normal positivo en los niños normales. Los dos factores de protección más importantes que ayudan a los niños y adolescentes a superar el estrés y que contribuyen a la resiliencia son las buenas relaciones familiares y el buen funcionamiento cognitivo.
Sus habilidades superiores de procesamiento de información quizá les ayuden a afrontar la adversidad, a protegerse a sí mismos, a regular su comportamiento y a aprender de su experiencia.
Otros factores de protección que con frecuencia se citan incluyen los siguientes:
- El temperamento o personalidad del niño: los niños resilientes
son adaptables, amistosos, bien queridos, independientes y sensibles hacia
los demás. Son competentes y tienen elevada autoestima. Son creativos,
ingeniosos, independientes y agradables. Cuando están bajo estrés, pueden
regular sus emociones cambiando la atención hacia otra cuestión.
- Experiencias de compensación: un ambiente de apoyo en la
escuela o las experiencias exitosas en los estudios, deportes o música, o
con otros niños o adultos, pueden ayudarles a compensar un ambiente
destructivo en el hogar.
- Riesgo reducido: los niños que han estado expuestos a sólo uno de varios factores de riesgo de trastorno psiquiátrico (como discordia entre los padres, bajo estatus social, una madre perturbada, un padre delincuente y experiencia en cuidados sustitutos o en una institución) generalmente son más capaces de superar el estrés que los niños que han estado expuestos a más de un factor de riesgo.
Todo esto no quiere decir que los sucesos malos en la vida de un niño no importen. En gereral, los niños con antecedentes desfavorables tienen más problemas de adaptación que los niños que provienen de un entorno más adecuado. Incluso algunos niños que en apariencia son resilientes pueden sufrir angustia interna que quizá tenga consecuencias a largo plazo. Aun así, lo que es alentador de estos hallazgos es que las experiencias negativas en la infancia no necesariamente determinan el resultado de la vida de una persona y que muchos niños tienen la fortaleza para superar las circunstancias más difíciles.
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