El yo en desarrollo
El crecimiento cognitivo que ocurre durante la tercera infancia permite que los niños desarrollen conceptos más complejos acerca de sí mismos y que crezcan en cuanto a comprensión y control emocional.
Desarrollo del autoconcepto
Cerca de los siete u ocho años de edad, los niños alcanzan la tercera de las etapas neopiagetianas en el desarrollo del autoconcepto. Los juicios acerca del yo se vuelven más realistas y equilibrados a medida que los niños forman sistemas representacionales: autoconceptos amplios e incluyentes que integran diversos aspectos del yo.
Autoestima
Uno de los principales determinantes de la autoestima, según Erikson (1982), es la perspectiva de los niños acerca de su capacidad para el trabajo productivo. El tema central de la tercera infancia es industria versus inferioridad. Los niños necesitan aprender las habilidades que son valoradas en su sociedad.
La virtud o fortaleza que se desarrolla con la resolución exitosa de esta etapa es la competencia, un punto de vista del yo como capaz de dominar habilidades y terminar tareas. Si los niños se sienten inadecuados en comparación con sus pares, también es posible que se retraigan al abrazo protector de su familia. Por otro lado, si se vuelven demasiado “industriosos” es posible que descuiden sus relaciones sociales y que se conviertan en “trabajólicos”.
Crecimiento emocional
A medida que los niños crecen, están más conscientes de sus sentimientos y de los de otras personas. Pueden regular mejor sus emociones y pueden responder a la angustia emocional de los demás. Para los siete u ocho años de edad, es típico que los niños adquieran conciencia de los sentimientos de vergüenza y orgullo, y tienen una idea más clara de la diferencia entre culpa y vergüenza. Estas emociones afectan sus opiniones de sí mismos. Los niños también comprenden sus emociones conflictivas.
La autorregulación emocional implica un control esforzado (voluntario) de las emociones, atención y comportamiento. Los niños con poco control esforzado muestran enojo o frustración de manera visible cuando se les interrumpe o impide que hagan algo que quieren hacer. Los niños con elevado control esforzado pueden reprimir el impulso a demostrar emociones negativas en momentos inapropiados. Es posible que el control esforzado tenga una base temperamental, pero en general aumenta con la edad. El bajo control esforzado puede pronosticar problemas conductuales posteriores.
La autorregulación emocional implica un control esforzado (voluntario) de las emociones, atención y comportamiento. Los niños con poco control esforzado muestran enojo o frustración de manera visible cuando se les interrumpe o impide que hagan algo que quieren hacer. Los niños con elevado control esforzado pueden reprimir el impulso a demostrar emociones negativas en momentos inapropiados. Es posible que el control esforzado tenga una base temperamental, pero en general aumenta con la edad. El bajo control esforzado puede pronosticar problemas conductuales posteriores.
Conducta prosocial
En general, los niños en edad escolar adquieren más empatía y están más inclinados a la conducta prosocial. Los niños prosociales suelen actuar de manera apropiada en situaciones sociales, estar relativamente libres de emoción negativa y afrontar los problemas en forma constructiva. Los padres que reconocen los sentimientos de angustia de sus hijos y que les ayudan a lidiar con su angustia fomentan la empatía, el desarrollo prosocial y las habilidades sociales.
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